Respeto profesional
No seas un Skinner!
Recuerdas al director Skinner? Volvió!... y no en forma de fichas
Una de las problemáticas más comunes que enfrento con mis clientes es lo que he denominado el “síndrome de Skinner”. Este fenómeno hace referencia a la dificultad que muchos tienen para entender la importancia de ciertos aspectos fundamentales de la empresa a la hora de trabajar con un Diseñador Gráfico.
A menudo, los clientes no comprenden que un diseñador necesita conocer detalles clave sobre la empresa, como su filosofía, los conceptos que definen su marca y el giro del negocio. Cuando se les solicita esta información, muchos parecen pensar que, al preguntarles, uno está demostrando desconocer lo que se debe hacer. Sin embargo, esto no es tan diferente a que un médico te pregunte: “¿Qué le duele?”.
Lamentablemente, en el mercado abundan los llamados “diseñadores profesionales” que entregan trabajos mediocres. No obstante, cuando se acude a un verdadero profesional, es crucial comprender que, al igual que en cualquier otra disciplina, el diseño gráfico requiere años de estudio y dedicación. Un buen diseñador sabe qué hacer, y el resultado final no se reduce simplemente a “que me guste”.
Es esencial que una empresa se conciba como una entidad que debe existir por sí misma. Esto implica que el diseño y la identidad de la empresa no deben basarse únicamente en los gustos del propietario, sino en una visión más amplia que considere tanto a los empleados como a los clientes, y que reconozca que la empresa debe perdurar más allá de la vida de sus fundadores.
Te imaginas...?
Déjame darte un ejemplo:
¿Te gustaría ir a una clínica dental cuyos colores predominantes sean el rojo? ¿O confiar la cirugía de tus hijos en un hospital cuya imagen de marca está basada en tonos café tierra?
Este tipo de decisiones visuales no son casuales, y en un post anterior hablé sobre la psicología del color y cómo puede influir en la percepción de tus clientes. Si te interesa profundizar en este tema, te dejo el enlace para que lo puedas leer.
En situaciones como estas, es crucial que el cliente entienda la importancia de confiar en el juicio del profesional del Diseño Gráfico. Como se menciona en el video que está más arriba, muchos caen en la trampa de la arrogancia, pensando que “tienen la razón”, sin considerar el impacto que esto puede tener en su relación con el profesional y, lo más importante, en su propia empresa. Es como si un conductor ignorara las indicaciones de un experto mecánico porque cree saber más; al final, el motor puede estropearse y la reparación será más costosa.
He visto esto una y otra vez: esa actitud, de no escuchar y querer tener siempre la última palabra, suele ser el primer paso hacia el fracaso de una PYME. Un profesional del diseño no está ahí para imponer su criterio, sino para guiarte y aportar su experiencia, como un médico que prescribe un tratamiento tras haber estudiado tu diagnóstico.
El diseñador sabe lo que hace, confía en su formación y experiencia, y evalúa las diferentes opciones. Escuchar y no ponerse a la defensiva es fundamental; tal vez lo que te está diciendo es precisamente lo que necesitas para que tu empresa crezca de manera sólida y coherente.